Una vida de esfuerzo, anhelos, sacrificios y emociones, el sustento de familias coquimbanas a lo largo de la historia, el cual tras un arduo camino ve frutos gracias a un más que merecido reconocimiento. De manera oficial, las algueras y algueros de Coquimbo son “Patrimonio Cultural Inmaterial” en Chile, siendo ello plasmado en un emotivo encuentro en el Patio de Las Camelias del Palacio de La Moneda.
Una labor que unió sus existencias, convirtiéndolos en “Los Inseparables” de la Playa Changa. Coquimbo es su gente y tradiciones, algueras y algueros que ingresan a plenitud al Registro Nacional de Patrimonio de Chile tras el reconocimiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. “Tengo el pecho inflado de tanto orgullo”, señala desde la Región Metropolitana un emocionado Jorge Olivares, representante de dicho sindicato.
Según registros fotográficos, la recolección del “oro negro” es parte de esencia coquimbana, actividad con más de 100 años de antigüedad, permitiendo la construcción de identidad, salvaguardar la naturaleza y aportando a la diversidad cultural de Coquimbo. Ello quedó cristalizado en un hermoso tallado de madera, entregado como agradecimiento por “Los Inseparables” de la Playa Changa a la ministra Carolina Arredondo.
“Quiero destacar a los algueros de Coquimbo que estuvieron presentes y fueron reconocidos en esta ceremonia. Tenemos que seguir trabajando en conjunto para poder preservar esta práctica, un reconocimiento que busca que, como Estado, y a través de las comunidades, ir garantizando la entrega sus conocimientos a las próximas generaciones”, expresó la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
AVANZANDO JUNTOS
En este camino no han estado solos. El municipio de Coquimbo las y los acompañó en todo momento, participando activamente en asesorías, gestiones, entrevistas y formularios. El comité asesor cultural finalmente valoró las técnicas artesanales ancestrales de su actividad, traspasadas de generación en generación, entre ellas la forma de extraer el alga, acciones de buceo, recolección a orilla de playa, la limpieza que llevan a cabo, el trabajo de secado, su procesamiento, el sentimiento de arraigo territorial, su historia entre el río y el mar y el conocimiento de la naturaleza marina, convirtiéndose en algo que va más allá de lo económico, sino que un eje medioambiental.
Sobre aquello, el alcalde Ali Manouchehri indicó que “estamos muy contentos, y principalmente orgullosos, de poder celebrar esta denominación que entrega el Gobierno del presidente Gabriel Boric al incluirlos en el Registro Nacional de Patrimonio, como también en lo que significa el valor inmaterial que tiene la cultura ancestral de la recolección de algas de nuestra comuna de Coquimbo. Es algo muy importante”.
El jefe comunal Ali Manouchehri va más allá en su análisis, expresando que “queremos felicitar a todas las familias, pero también a Coquimbo, por avanzar en el reconocimiento que tienen nuestros recolectores y la importancia al patrimonio cultural que nos entregan. Vamos a seguir trabajando en conjunto”.
PRESERVACIÓN DE SABERES
Ser “Patrimonio Cultural Inmaterial” representa un importante avance en su oficio, el cual heredaron, en la mayoría de los casos, de sus abuelas y abuelos, desarrollando una vida en torno al mar, la playa y el humedal El Culebrón. Es allí donde se abrazan y ven con entusiasmo el reforzamiento de la protección del sector, además de la preservación y puesta en valor del llamado “pelillo” o “lama”.
En ese sentido, de aquí en adelante se fortalece la transferencia de saberes a las próximas generaciones, tanto de manera verbal como en la práctica, protegiendo a la vez el medio ambiente, la comunidad y el tratamiento del alga para su perfecto cocimiento natural. “Estoy muy contento de representar a los coquimbanos frente a la ministra, no podré dormir de tanta felicidad”, relata Jorge Olivares de “Los Inseparables”, sindicato que agrupa a alrededor de 50 personas.
UN PATRIMONIO ANCESTRAL
Esta práctica comienza con la recolección de algas, continuando con el tendido y secado, para luego sacudirla y amontonar la carga. Estos procesos se realizan en la Playa Changa, donde se recupera la arena y el agua, facilitando además la alimentación de aves, posicionándose como en punto de biodiversidad. Tras ello es el secado, la limpieza y el acopio del alga, quedando lista para ser comercializada a EE.UU, China, Japón y España, entre otros países.
“Todo el cariño a las y los algueros de Coquimbo, quienes están cuidando el humedal, que es clave. Por otra parte, la gente tiene que comer bien, menos carbohidratos, siendo importante en ello las algas, el cochayuyo, el huiro, el luche y el ulte, entre otros. Felicitaciones a esta tradición que tiene que multiplicarse”, destacó el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, quien también participó de la ceremonia.
Una instancia donde fueron reconocidas 8 comunidades, sumándose a las algueras y algueras de Coquimbo los colectivos de cruces de mayo afrodescendientes de Arica y Parinacota; ganaderas y ganaderos alto andinos de camélidos sudamericanos de Arica, Parinacota, Tarapacá, El Loa y Copiapó; las arpilleristas de la Región Metropolitana; el canto campesino de la Región del Maule; la práctica arriera y criancera de la cordillera de Antuco en Biobío; la tradición del tejer en quelgo en la Isla Grande de Chiloé y el modo de vida en las estancias de Torres del Paine en Magallanes y la Antártica Chilena.