Los recientes desastres naturales en la zona central y sur de Chile han impactado profundamente la salud mental de la población, en particular la de niños, niñas y adolescentes (NNA), no sólo en quiénes han experimentado directamente las consecuencias de estos eventos, sino también en aquellos que han sido testigos a través de los medios de comunicación. Su vulnerabilidad a las consecuencias psicológicas de tales eventos subraya la necesidad de un enfoque de atención que sea tanto individual como colectivo.
Ante esta situación, es crucial que todos los adultos significativos, incluidos los profesionales de la salud mental y docentes, ofrezcan un apoyo oportuno, adecuado y eficaz.
Lorena Escobar, Psicóloga clínica infanto juvenil y colaboradora de la editorial Caligrafix, explica que “a estas acciones se les denomina intervención en crisis y están diseñadas para proporcionar protección, seguridad y cuidado. Cuando se aplican de manera eficaz y en el momento oportuno, contribuyen significativamente a disminuir la carga emocional, previniendo la traumatización y evitando la aparición de trastornos psicopatológicos que puedan surgir como consecuencia de la experiencia vivida”.
“Niños, niñas y adolescentes necesitan ser contenidos, lo que implica ser escuchados y validados en sus emociones en todo momento, considerando sus particularidades, necesidades individuales, así como la etapa del desarrollo en la que se encuentran”, agrega la profesional.
Estas situaciones tienen un impacto significativo en el desarrollo emocional de cualquier ser humano. “Sin embargo, la diferencia radica no en la intensidad del evento vivido, sino en el impacto emocional que este tiene en cada persona. Por lo tanto, una intervención adecuada puede potenciar las propias capacidades de autosanación que tienen los niños, niñas o adolescentes, transformando la experiencia traumática en una oportunidad para desarrollar la resiliencia, el cuidado mutuo, la colaboración y la autosuperación”, enfatiza.
A continuación, la especialista presenta algunos consejos para que los adultos podamos acompañar a la población infantil y juvenil en situaciones de crisis.
Proteger y cuidar la información:
Cuida la información evitando la sobreexposición a los medios de comunicación. Se recomienda explicar con calma y de manera sencilla lo que está sucediendo, utilizando un lenguaje apropiado para la edad del niño, con el objetivo de tranquilizarlo y brindarle seguridad. Recuerda que es natural que surjan muchas preguntas a medida que pasa el tiempo, por lo que es crucial escuchar con atención y responder de manera oportuna.
Es esencial supervisar el tipo de información a la que acceden los niños para garantizar su bienestar emocional y psicológico. La exposición a imágenes e información no reguladas sobre eventos traumáticos puede ser perturbadora y potencialmente traumática. Por lo tanto, se debe prestar especial atención a los contenidos a los que están expuestos.
2. Dar contención emocional:
Es importante acoger todas las emociones y sentimientos de los niños y niñas, validándolos y proporcionando espacios expresivos para ello. Se puede recurrir al juego, el dibujo, la escritura, el relato o cualquier otra forma de expresión que les resulte cómoda.
Es fundamental que la persona que brinde contención al niño o niña lo escuche y observe atentamente, manteniendo la calma y estando emocionalmente disponible. Recordemos que “esa calma lo calma”.
Es esencial que niños, niñas y adolescentes sepan que no están solos en momentos difíciles. La contención emocional y el afecto constante son necesarios en situaciones como estas. Es de gran importancia fomentar la conexión con amigos, familiares y grupos de apoyo donde puedan compartir sus experiencias con otros que hayan pasado por situaciones similares.
3. Crear espacios seguros:
El objetivo principal es restablecer la estabilidad emocional que se ha visto afectada debido a los recientes eventos, los cuales han generado una pérdida de control para las personas en diversos niveles (físico, mental, emocional y/o espiritual). Es por esta razón que, especialmente para niños y niñas, resulta crucial permanecer en un entorno físico protector que cuente con la presencia de al menos un cuidador significativo.
Cada adulto significativo representa un refugio seguro, por lo tanto, es esencial promover la calma y el autocuidado. En este sentido, es fundamental que cada adulto también disponga de espacios de cuidado y contención para sí mismo.
Se debe reforzar la idea de que el lugar donde se encuentran ahora es seguro y hablar sobre los esfuerzos de recuperación, así como destacar la unión de la comunidad para brindar ayuda. Esto incluye conversaciones sobre los bomberos y otros héroes que han intervenido durante la emergencia.
3. Restablecer el ritmo:
El ritmo es lo primero que se pierde en una situación de esta índole. Volver al propio ritmo nos ayuda a reencontrarnos con nosotros mismos y retomar nuestra fuerza vital para recuperar la calma. De la misma manera que un bebé se calma con el ritmo de los latidos del corazón de su madre, niños, niñas y adolescente necesitan volver a encontrar ese ritmo sanador, lo que puede ser propiciado a través de la instalación de rutinas y también de rituales conocidos o nuevos, como leerles un cuento para dormir, comer juntos, etc.
Los seres humanos necesitamos activar nuestro organismo para reconstruirnos, física, mental y emocionalmente, para lo cual es fundamental intentar reestablecer rutinas regulares ya que proporcionan una sensación de normalidad y seguridad lo que propicia que se reactiven nuestros recursos y herramientas psicosociales.
4. Promover espacios de juego
El juego no solo implica un elemento recreativo, es mucho más que eso, es el espacio de sanación y elaboración emocional de niños, niñas y adolescentes. Ellos procesan lo vivido a través del juego, por lo que es fundamental ofrecer oportunidades de creación, goce y expresión sobre sus vivencias, temores y esperanzas, respetando sus tiempos y ritmos.
5. Ayudarlos a relajarse para manejar la ansiedad y el estrés
Enseñar técnicas de relajación y respiración sencillas. Si los niños y niñas no quieren respirar puedes hacerlo por ellos, eso también los calma.
Fomentar el descanso y las horas de sueño. Acompañarlos a dormir, con rituales sencillos, cuentos y música agradable.
Promover la lectura y las actividades de aprendizaje lúdicas que los ayuden a distraerse de la situación en la que están inmersos.
Además, en un esfuerzo por apoyar a los niños, niñas y adolescentes afectados por estos desastres, la editorial Caligrafix en su compromiso con la educación, se encuentra gestionando apoyo a la comunidad educativa con cuadernos de actividades en las zonas afectadas. Estos cuadernos están diseñados para ofrecer distracción lúdica y significativa, ayudándoles a enfocarse en tareas creativas y educativas que pueden ser una valiosa herramienta en su recuperación emocional y mental.
Este gesto de solidaridad refleja la importancia de unir esfuerzos comunitarios en tiempos de crisis, proporcionando recursos prácticos y emocionales para quienes están en situación de mayor vulnerabilidad.