Black Friday en Chile: Entre la oportunidad real y la compra consciente
Por Raúl Paz Huerta
Periodista. Experto en Comunicaciones, Marketing y Tecnología.
Cada noviembre, el Black Friday transforma el panorama comercial chileno. Lo que nació como una tradición estadounidense (vinculada al día posterior a Acción de Gracias) se ha consolidado en Chile como uno de los eventos de consumo más importantes del año, adaptándose a la realidad local digital y extendiéndose en el tiempo.
Este 2025, entre el viernes 28 de noviembre y el lunes 1 de diciembre, más de 460 marcas participarán oficialmente en el evento organizado por la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), ofreciendo descuentos en más de 20 categorías: electrónica, hogar, vestuario, viajes y servicios, con presencia física en más de 2.000 tiendas a lo largo de Chile.
La pregunta no es si el Black Friday representa una oportunidad (la respuesta es sí), sino cómo aprovecharla sin caer en trampas, tanto comerciales como personales.
Las oportunidades son reales
En un contexto económico desafiante, un descuento genuino puede marcar una diferencia significativa en el presupuesto familiar.
El Black Friday permite adelantar compras navideñas, renovar equipos tecnológicos o adquirir bienes necesarios a precios reducidos.
Para muchos hogares, esta fecha representa la posibilidad de acceder a productos que, de otro modo, quedarían fuera de su alcance.
El evento, además, beneficia al comercio formal regulado, generando dinamismo económico en un momento clave del año.
Cuando está bien organizado y supervisado, puede traducirse en una relación beneficiosa entre consumidores informados y comercio responsable.
Los riesgos persisten
Pero junto a las oportunidades llegan también los riesgos de siempre, ahora más sofisticados.
La masificación del comercio electrónico facilita intentos de fraude cada vez más elaborados: sitios web clonados con URLs casi idénticas a las legítimas, anuncios falsos en redes sociales, ofertas absurdas de productos “gratis” a cambio solo del costo de envío, y mensajes sospechosos vía correo o WhatsApp.
A esto se suma la urgencia artificial: relojes en cuenta regresiva, carteles de “últimas unidades disponibles” que reaparecen tras actualizar la página, todo diseñado para desactivar el pensamiento crítico y estimular el impulso.
Este año, el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC) ha reiterado sus advertencias sobre estos peligros. Por eso, es fundamental escribir siempre la URL directamente en el navegador, verificar el candado de seguridad HTTPS, desconfiar de precios absurdamente bajos y nunca hacer clic en enlaces de mensajes no solicitados.
Igualmente importante es comparar precios reales. Herramientas como Knasta permiten revisar el historial de montos y verificar si la oferta es auténtica o simplemente un precio inflado artificialmente para luego mostrarlo “rebajado”.
Más allá del precio: el costo invisible
El consumo masivo tiene consecuencias que no aparecen en la etiqueta.
La presión por despachos urgentes incrementa la huella logística y ambiental, el uso excesivo de empaques no siempre reciclables, y muchas veces la adquisición de productos de baja calidad destinados a terminar en desuso prematuro.
Además, la demanda intensa genera escenarios de agotamiento laboral en servicios de reparto y retail, presionando a trabajadores que mantienen funcionando esta maquinaria comercial.
Consumir no es el problema. El problema surge cuando ese consumo se dispara sin reflexión, sin necesidad real y sin considerar sus efectos.
Comprar con responsabilidad
El Black Friday puede ser una excelente ocasión para ahorrar, siempre que la compra sea consciente. Antes de hacer clic en “comprar”, considere:
- Planificar antes de navegar. Haga una lista realista de lo que necesita. No se deje arrastrar por la curiosidad o la urgencia fabricada.
- Establecer un presupuesto claro y respetarlo. Un buen descuento no vale la pena si compromete su estabilidad financiera.
- Comparar precios entre marcas y tiendas. Use herramientas confiables para revisar el historial de valores.
- Verificar la legitimidad de la tienda: Que esté inscrita oficialmente en la CCS, que cuente con políticas claras de despacho y devolución, y con datos de contacto verificables.
- Usar métodos de pago seguros, preferiblemente tarjeta de crédito con protección al comprador. Nunca realice transferencias directas a cuentas desconocidas.
- Documentar todo: capture pantallas de la oferta, guarde comprobantes, condiciones de compra y fechas de entrega estimadas. Esta información puede ser crucial si algo sale mal.
Y tras la compra, monitoree sus cuentas bancarias, conserve toda la documentación y conozca sus derechos como consumidor como la garantía legal, el derecho a retracto, reparación o cambio en caso de defectos.
Conclusión: La mejor oferta es comprar inteligentemente
El Black Friday tiene todos los elementos para ser una ventana genuina de ahorro. Pero también puede convertirse en terreno fértil para fraudes, compras impulsivas y arrepentimientos financieros.
La diferencia la hace la información, la precaución y, sobre todo, el autocontrol.
Comprar puede ser legítimo y útil, pero comprar por impulso, por miedo artificial a perder una supuesta oportunidad única (sin verificar, sin comparar, sin pensar), puede terminar siendo una pésima decisión.
La verdadera “oferta” no está en el descuento de etiqueta, sino en la tranquilidad de saber que tomó una decisión informada y responsable, y en esta edición del Black Friday, esa tranquilidad depende completamente de usted.
Raúl Paz Huerta
Periodista. Experto en Comunicaciones, Marketing y Tecnología.
