Columna: La nutrición como herramienta frente al Chagas
Michelle Morales Castillo, Interna de nutrición y dietética, Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo.
En la Región de Coquimbo, donde aún existen casos crónicos de enfermedad de Chagas, surge la necesidad de incorporar de manera urgente el enfoque nutricional en su abordaje clínico y comunitario, especialmente desde la atención primaria.
La enfermedad de Chagas, causada por el parásito Trypanosoma cruzi, afecta a más de seis millones de personas en América Latina, y continúa siendo una amenaza silenciosa en diversas zonas de Chile. En la Región de Coquimbo, particularmente en sectores rurales y periurbanos, aún se reportan casos de personas que conviven con su fase crónica, caracterizada por daño progresivo al corazón y al sistema digestivo.
A pesar de los avances en la erradicación del vector transmisor, el manejo integral de esta condición requiere más que un enfoque biomédico. Diversos estudios coinciden en que la alimentación cumple un rol fundamental tanto en el tratamiento como en la prevención de complicaciones asociadas a la enfermedad de Chagas.
En personas con afectación gastrointestinal, como megacolon o megaesófago, se recomienda adaptar la textura y consistencia de los alimentos, priorizar preparaciones blandas, fraccionar las comidas, y favorecer alimentos de fácil digestión. En quienes presentan compromiso cardíaco, es necesario implementar un plan alimentario bajo en sodio, equilibrado en potasio y rico en nutrientes antioxidantes y antiinflamatorios como omega-3 y vitaminas del complejo B, que pueden contribuir a disminuir la inflamación sistémica y la progresión del daño miocárdico.
No obstante, muchas personas afectadas por Chagas en la región enfrentan barreras económicas, culturales y geográficas que limitan el acceso a una alimentación adecuada. Por esta razón, el desarrollo de estrategias educativas es clave: talleres, guías visuales, recetarios adaptados y la promoción del uso de alimentos locales, nutritivos y culturalmente aceptados pueden marcar una diferencia significativa en la adherencia al tratamiento y en la mejora del bienestar.
A pesar de la evidencia científica disponible, el enfoque nutricional en enfermedad de Chagas aún no ha sido integrado de manera sistemática en la atención primaria. Incorporar esta dimensión no solo permitiría fortalecer la respuesta clínica, sino también humanizar el cuidado, empoderar a las comunidades y reducir la carga sanitaria asociada a esta enfermedad. La inclusión de la nutrición como herramienta terapéutica debe ser una prioridad en las políticas regionales de salud pública.