Infectólogo UDD descarta la necesidad de volver a vacunarse por brote de “influenza primaveral”
Rafael Araos, investigador en enfermedades infecciosas del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina de la Universidad del Desarrollo, sostiene que el rol de las vacunas no es impedir los contagios, sino suavizar los síntomas en el desarrollo de la enfermedad.
Ante el aumento sostenido de casos de influenza en primavera, el médico Rafael Araos, investigador en enfermedades infecciosas del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM) de la Universidad del Desarrollo (UDD), explica que el aumento de casos responde al comportamiento inmunológico postpandemia y descarta la necesidad de vacunarse por segunda vez en el año contra la enfermedad.
Semanalmente el Instituto de Salud Pública (ISP) da a conocer el Informe de Circulación de Virus Respiratorios, cuyo objetivo es vigilar la influenza e identificar la circulación de sus variantes, el cual reveló un alza de casi 500 casos de la variante A entre la última semana de septiembre (318) –cuando comenzó la primavera- y la primera de noviembre (812).
De los cuatro tipos de influenza (A, B, C y D), los informes del ISP apuntan al subtipo A como el más frecuente entre la población y que fue el causante de la pandemia de la gripe porcina en 2009. Sin embargo, no sería la misma variante la responsable del reciente brote de primavera.
Rafael Araos explica que la H1N1 es la causante del habitual peak de casos en invierno, pero que el aumento actual proviene del tipo H3N2, también catalogado como influenza A.
Aunque se trate de subtipos diferentes no hay diferencias sustanciales en su sintomatología. Según Araos “uno puede tener dolor de cabeza y un poco de tos seca, pero lo que marca la influenza es la fiebre alta, sobre 38º, y dolores generalizados en el cuerpo, musculares y articulares. Se trata de una infección relevante”.
Ahora bien, la gran interrogante de por qué se dio el brote de “influenza primaveral” no está del todo resuelta. Sin embargo, el investigador de la UDD adelanta que una de las hipótesis que se trabajan es que las cuarentenas por Covid-19, que se prolongaron por casi dos años, dieron pie a que el sistema inmune se “olvidara” de los virus respiratorios por pasar tanto tiempo sin exponerse a ellos.
“Por otro lado, cada vez hay más datos que señalan que la infección del Covid genera cierto ‘atontamiento’ a nivel inmunológico. Nuestras defensas no quedaron igual después de la pandemia, sino que probablemente están más deprimidas, pero lo más probable es que volvamos a acomodarnos y tengamos el comportamiento viral de antes”, añade.
El rol de las vacunas
Con todo esto y ante el llamado del Ministerio de Salud a promover la vacunación contra la influenza, en la Región del Biobío -que es la que concentra la mayoría de los casos- se podría barajar la idea de instaurar una dosis de refuerzo para el periodo primavera-verano.
Una posibilidad que Rafael Araos descarta porque las dosis están diseñadas para cubrir tres o cuatro tipos de influenza y prolongar su efecto por toda la temporada y, “desde el punto de vista del match vacunal -cuán parecida es la dosis al virus que circula- no se han levantado sospechas de que no estén bien diseñadas, así que no debiésemos pensar en la necesidad de una vacunación de emergencia ahora a fin de año”, puntualiza.
Cabe recordar que el objetivo de las vacunas contra la influenza es prevenir la infección grave y no impedir el contagio. “Si me vacuno es muy posible que no cambie mi riesgo de tener la enfermedad durante el año, pero si me contagio, sobre todo siendo mayor de 65 y padeciendo alguna enfermedad crónica de base, podré pasarla en la casa y no me dejará secuelas”, explica.
Un escenario que se contrapone con el riesgo de agravio de quienes se contagian y no están vacunados, que según Araos tienen hasta un 50% de probabilidades de ser hospitalizados por influenza, que es tan solo un ítem del grupo de complicaciones que conlleva, entre las que están contraer Neumonía, la necesidad de ventilación mecánica e incluso la muerte.
