El 8 de octubre de 2019, tres años después del día que quedó como símbolo del estallido social. Aun se discute con pasión sus causa. ¿Qué motivó a millones de chilenos en todo el país a a participar de movilizaciones destinadas a exigir mayores niveles de equidad, de respeto y de dignidad?. La respuesta ideológica hoy o simplista habla de concertación de grupos políticos extranjeros y con burla, de alienígenas.
Lo más probable es que la rabia que predomina, una generación que exige espacios para plantear su propia visión de país, pero que ha estado al margen de los grupos anarquistas y los abusos de la concentración de poder económico y político.
Fue débil en su estructura: sin vocería, sin petitorios. Fue un movimiento que focalizó en la figura del presidente Piñera y que tuvo como escenario un Gobierno que no supo reaccionar porque hasta el día de hoy pese a que Chile sigue siendo un gueto social al que resulta relativamente sencillo de inmovilizar para impedir proyectos colectivos.
La mayor represión desde la dictadura cívico militar, con violaciones, abusos y decenas de manifestaciones, con daños oculares, tortura, muertos y decenas de manifestantes, con daños e incluso con ceguera. Un movimiento social que además no logró comunicar la estrecha relación entre las necesidades mejores y mayores. El desgaste de la movilización y la violencia.
Encontró una puerta de escape para desactivar el movimiento. La propuesta de una nueva constitución. Una reacción que tuvo a un aliado, una pandemia, terminaron de ahogar los ímpetus y apaciguó los espíritus de historia reciente, una propuesta con mayores derechos de la historia mundial, multicultural y paritaria. Su texto será en seguimiento de estudio.
¿Qué queda después de este huracán que azotó Chile?. En términos de avance social, poco o nada. Lo que nos da cuenta de lo complejo que es mover el entramado construido sobre la constitución del 80. Un entramado cultural, político y económico que como en una dieta fácil tuvo el plebiscito un efecto rebote.
Hoy la extrema derecha está en las redes sociales de forma masiva, tratando de contener en parte los orígenes sociales de las manifestaciones. El temor y el terror que paraliza y las noticias falsas son su principal arma. Hoy las encuestas nos dicen que el 92% de la población asegura o siente con amargura que nada ha cambiado.
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